A dieta, en semana 29

Esta mañana he ido a revisión de alto riesgo con mi ginecóloga de la Seguridad Social. Primero tenía eco y luego, la visita.

Y me lo veía venir. Seamos sinceros. Porque me veo torreznillo yo. Las cosas como son. Y porque me he permitido alguna licencia (algunas, varias) alentada por esta hambre de zampabollos que no me deja un segundo de respiro, ni a sol ni a sombra. Que con la turra de calor que está cayendo en Madrid ya podía darme por estar inapetente. Pues no. No me ha dado por ahí. Lo que me da es un hambre que me tiene enloquecida, desquiciada, mirando con ojos de enajenada los escaparates de las pastelerías, rondando las heladerías y pensando en donuts de chocolate desde que alborea hasta el ocaso.
De modo que tras la eco, en la que todo está muy bien (1,470 gr de bebota, 40 cm aproximadamente mide ya mi pequeñuela), lo dicho, todo fetén salvo gamusina en transversa y con la cabecilla a la altura de mi codo derecho, tras la toma de tensión (que he aprobado, 10-6), me he tenido que subir a la báscula.

"¡11 kilos!" 11 kilos nuevos pa mí. Ha gritado la muy pérfida, la deleznable criatura traidora, chivata acusica. Y como eso suponen 4 más que en mi última revisión (hará la friolera de 4 semanas y media o 5 como mucho) a la doctora casi le da un soponcio. A un pelo de despeinarse a ha estado Mrs Pelo Pantene. Horreur! Taquicardia. Nos hemos vuelto locos... 71 kilos marcaba la invención demoniaca. 71 y pico, para ser precisos, con un pico que he querido olvidar (las sandalias, el suje, la ropa de verano habrá sido... aunque lo mismo eran 700 u 800 gramos)

Así que he puesto cara de cordero degollado y yo misma he pedido la dieta de marras. ¿Para qué resistirse a lo ineluctable?

Y es una dieta depresiva, del estilo a la que tuve en el embarazo anterior (en ese desde que me embaracé, que fue mucho más dramático, ahora he gozado de 29 semanas de anarquía, gula y gordicie).



Es una dieta para diabéticos,


  • fuera hidratos (40 gramos de pan en el desayuno, 30 gramos de pasta en el almuerzo, cantidades tristes de ese pelo), 
  • desterrados para no volver los azúcares de los que molan (salvo la pieza de fruta -no muy grande- del desayuno y los otros 150 gramos de fruta de media mañana -que no lo pone pero todos sabemos que el plátano, los higos y las tropicales son trampa tramposa), 
  • guerra a muerte a la comida precocinada
  • ni mentar las chuches (claro, meridiano),
  • bollería industrial que ni cruce tu mente 
  • y 3 cucharadas de aceite, máximo, para todo el día. 
  • Leche desnatada, sacarina, algún yogur (también desnatado) proteina con un pelín más alegría y poco más... Eso sí, te dejan que te bebas un vaso de leche (desnatada, reitero) antes de ir a dormir...
  • Y meriendas... meriendas un vaso, canijo, de leche desnatada, si quieres con café y sacarina para engañar a tus tripas lastimosas... pero ya está. Nada de horchata, nada de helado de Chips Ahoy como me zampé ayer...


Ya he colgado la dieta en la nevera...y aunque a la salida del hospital eran las dos y me he ido al Rodilla (mea culpa, estaba lampando, pero ha sido un menú normalísimo y con agua mineral y sin ningún extra) esta misma tarde empiezo a portarme bien.

A ver qué dice la báscula en la próxima cita. 22 de junio. Miedo me da.

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