Lunes estándar de multimadre sin guardería

Que estoy en vena, oigan. Que después de rebañarme el bote de Nutella que aún coleaba cual resquicio del cumple de Martina y del preceptivo lingotazo de Martini Rosso (que ya es moral, marcarse un lingotazo de Martini a estas horas y con esa compañía, que así luego me dan las diarreas que me dan, que más apetecería un Bayleys -marido, haz un poder, dai- o una tisana o un vasito de leche con colacao o un nada) que, como sea, gracias a la temprana caida en brazos de Morfeo de mi prole (que a la sazón hoy ha tenido a bien saltarse la siesta, para mi dicha y regocijo) que, lo dicho, que me enrollo, me veo yo escribiendo otro post, que quede para la posteridad lo que viene siendo un día medio, típico, vulgaris, postvacacional, aunque de las vacaciones me da que a estas alturas se acuerda Rita la cantaora.




Se despiertan. Hoy lunes se despiertan tardisimísimo, sobre las 8.35. Tan tarde que he podido hasta hacer caca a solas (que fuera de bromas contribuye mucho a mi buen humor durante todo el día, soy alma de escatologías solitarias, pese a que mi descendencia tienda a lo contrario) y tan tarde que papá ya se ha ido hace un rato. Estamos de enhorabuena. El primer día sin pañal nocturno de Mía ha sido un exitazo y aunque de primeras dice que pasa de orinal y water ciento-ochenta pueblos acaba accediendo y ¡Bingo! Va a ser que al final lograremos superar un día la maldita operación pañal que tantas felicidades y parabienes brinda (a lectura completa de post se constatará la dimensión de esta ironía)

Mi suegro aparece justo a tiempo de festejar el pipí orinalero de mi querubina. Viene a darse un voltio por el jardín y arreglar cosas varias (podar las rosas, ajustar una mosquitera, un poco lo que le apetece, lo que le apetece y puede, el hombre). Quieren los astros que, flipe máximo, pueda festejar también un pipí orinalero del "mellizoindiferenteamiccionesyamantedeloscalzoncillosmojados", o sea, de Andrés, que cuando se pone, se pone, y ha estado del orden de 10 minutos eternos insistiendo en que también él debía hacer "pipí gialla" (la canción de la pipí gialla os la canto otro día)

Que se pira mi suegro. Mientras tanto hemos desayunado Andrés, Mía y Marti. Marti en huelga de hambre, Mía emperrada en comerse el petit-suisse de su hermana, cereales finto-cheerios por toda la cocina. Los críos han sido buenísimos hoy porque no me han hecho perder los nervios ni media vez.

Tan solo una hora y cuarenta cinco minutos más tarde estaban los tres vestidos con sus correspondientes pantalones cortos, camiseta y braguitas/calzoncillos (esto lo detallo porque creo relevante el número de prendas, tres, tres prendas cada uno, llegan a ser diez prendas y empleamos cuatro horas en lograrlo). Solo una meada boicoteadora del "mellizoindiferenteamiccionesyamantedeloscalzoncillosmojados", unos cuantos berrinchillos mínimos de la pequeña que tiene un despertar un poco acaparador y berrea salvajemente si me alejo medio paso, y algún dimeydirete salimos rumbo a casa de la abuela, Nonna Cecilia. Carrito doble y mochila como es menester, que en mi calle van los coches embalados y no me fío un pelo de llevarlos de la mano.

Marti se queda con la abuela a dormir la siesta y los mellis y yo nos vamos a echar la mañana en el parque. Lo de ir sin mochila de porteo o bebé de un año romperiñones para mí es un descanso, pero pese al hedonismo, correr tras un peque que se empeña en ver las gallinas del vecino (esto es un highlight de mi barrio), mientras el otro persigue a los gatos, ayudarles a trepar al castillo tobogán, cambiar la segunda meada boicoteadora, adiestrar caracoles, recolectar piñones caídos, buscar "francobolli" y, sobre todo, mediar en sus intereses dispares, me acaba cansando así que me los llevo al súper (bendito boicot, kinder bueno) para comprar un par de cosas para el "pranzo".

De vuelta, Marti ha decidido seguir durmiendo así que llegamos a casa sin ella lo que me da un montón de aire para hacer la comida con solos dos bichejos hambrientos en torno (dos bichejos y rai yoyó de fondo, lo confieso). Frenesí de eficiencia hasta que minutos después la abuela trae a Marti, porque hasta puedo poner una lavadora. Marti es la que come más felizmente mi pasta interpretación personal de carbonara. Mi suegra se queda un rato mientras se la doy. Se va sobre la 1 o 1.30.

Entonces empieza la parte más dura. Porque hoy es una tarde sin siesta, tarde de reiterados intentos de convencerles de las dichas de la siesta, tarde de pongo, de elefantes de pasta de azucar, de elvis en loop con intenciones hipnóticas, tarde de siestas boicoteadas entre hermanos (qué rabia dan), tarde de esas que a ratos piensas "venga, que se duermen" y luego no hay tutía... (primer grito mío de la tarde, porque me siento un poco incapaz y me fastidia que justo hoy no se tiren el rollo con media horita de sueño, y porque además tienen sueño y se ponen tontorrones, venga a pelear entre sí....) tarde un poco infinita de pensar que me queda una vida hasta que el amore vuelva del curro, pasadas las 19.30.... tarde rollete hasta que a las cinco digo que basta de comedias, que les pongo la merienda y que si no quieren dormir, allá ellos.

Y de nuevo mi suegro, que viene al jardín a su bola. Pero esta vez le suelto a las fieras, que se las apañe mientras, con Martina en brazos y queriendo emanciparse, recogo la ropa tendida e intento tender la enésima lavadora postvacacional. Qué dolor de brazos.

Mi suegro no aguanta la hora de estar sentado contemplando cómo intento entretener a la prole. Va vía.

Cientoveinte lumacas, carreras en bici, intentos de quemarse con las candelinas de citronella (que tenemos un problema gordo con los mosquitos este verano), ochocientas regaderas vertidas (no siempre en un tiesto) después, entramos en casa.

Para estas horas, Andrés ha hecho pis fuera del orinal nueve veces (qué bonito todo, qué chachi ser madre) y seis dentro, con la preceptiva rutina de vaciarlo en el water, lavarlo en el bidé (esto es muy intenso, lo del lavado) y secarlo con o sin resbalón incluido, con o sin la cooperación de Marti. Uf

Ahora, 18.45, su fijación es que tiene que bañarse, el baño debe comenzar sin demora (lleva intentando convencerme un buen rato, pero ha pasado de la persuasión a la insistencia máxima) total que a las 19.08  lo pongo en remojo y decido volver a encender los dibujos animados, que mi cordura, tambaleante, lo está pidiendo a gritos.

Y dos minutos después aparece mi suegra, con el tapper de filetes rusos (las polpetas de estos lares), de manera que puedo acabar los dos baños que me quedan un poco menos enloquecida... y mi marido, pronto, sobre las 19.20, ya está en casa. Y entonces ya un poco da igual porque yo estoy tan agotada que me hacen falta no uno sino veintisiete lingotazos de lo que sea

Y pese a todo, diría que ha sido un día muy feliz

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