7 fenómenos paranormales (y sin embargo probablemente frecuentes) de la maternidad

Que me imagino yo que estas tonteces (o variaciones sobre el mismo tema) no me pasan a mí sola, sino que son clásicos, panes nuestros de cada día para las madres. Digo yo. En todo caso, comparto y, si eso, me contáis:




1) Si, de las tres fundas cubresofá (la hórrida, la blanca y la bonitísima), consigo colocar mi favorita, la de color ocre que tan bien casa con este otoño friolero, esa que hace juego con las hojas cansadas del jardín y con la lluvia omnipresente, esa de color mostaza que es la que a mí me gusta... en menos de tres horas uno de mis tres hijos se habrá meado, cagado o vomitado en ella. Ineluctablemente. La feísima puede durar semanas, qué digo semanas, meses, sin sufrir agresiones mingitorias de ningún tipo.

2) La camiseta, rebequita, jersey, tuta... que has heredado de la tía Pancracia y has escondido en el fondo del cajón, porque has pensado que
a) Igual en un caso de extrema urgencia te podía hacer apaño (sobre todo ahora que las lluvias boicotean las coladas)
b) era demasiado fea para darla en beneficencia
Esa, precisamente esa, será la que tu marido le ponga al hijo de turno, Sobre todo si hay que ir a algún bautizo o comunión o es un día en que, por lo que sea, se harán 80 fotos.

3) El juguete de 432 piezas que alguien compró para que, cuando los niños estén estudiando arquitectura o ingenieria aeronáutica, no les falte con qué hacer los deberes y visualizar elevados conceptos matemáticos... ese juguete, reaparecerá una y otra vez desperdigado por salón, entrada, habitaciones y cocina, una y otra vez, no importa lo alto que lo hayas ubicado o lo bien que lo hayas escondido.

4) Si se produce la inusitada circunstancia de pasar una noche fuera de casa, con amigos (y con hijo a, sin hijos la circunstancia esa ya os digo que no se produce) y se te ha ocurrido quejarte de las 22 veces que la benjamina en plena dentición se despierta cada noche... bien, esa noche, si mágicamente ocurre que conseguís tomar algo y rebañar la madrugada, la benjamina no se despertará jamás, es decir, jamás exactamente, no, sino jamás hasta el momento en que digas buenas noches a tus amigos.

5) Del mismo modo, si, dormida la prole, te quedas currando con el portátil, será justo el momento en que, vencida por el sueño, apenas apoyadas las gafas en la mesilla y apagada la luz del flexo que te acompañaba, apenas depositado el ipad, teléfono, ordenador a tu vera, oirás el berrido de hijo1, hijo2, o, sobre todo, hijo3 lactante en dentición, que te reclama para amenizarte la noche.

6) Será justo el momento en que ambos mellizos estén vestidos, con baby y abrigo, y la puerta de casa abierta, cuando a uno que yo me sé (uno rubio, muy guapo, de casi cerca de tres años) le den ganas de hacer caca.

7) No importa que pases cada segundo del día con un niño a cuestas, que te acompañen a hacer caca (y comentarla, que es lo peor), a hacer pipí (a cremas y maquillajes renuncié hace ya tiempo), a la compra, a limpiar, a tender, a dormir y a lo que sea... no importa, porque si has conseguido esquivarlos un segundo para entrar apresuradamente en el baño, en ese instante, entrará tu suegra por la puerta, y tras su oteado de rigor, preguntará ¿Pero Ana dónde está?, mientras observa a su hijo con cara de "ay, padrazo, ya se ha ido la jeta a acicalarse"

Comentarios

  1. Jajaja muy real todo!!

    Te invito a pasarte por mi blog!

    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Solo ahora veo tu comentario! qué desastre! me asomo enseguida a ver qué cuentas

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares