Un regalo chulérrimo: su primer álbum de cromos

Nos ha llegado desde España, hace unos días, de parte de la abuela española, un regalo que no me puede gustar más y que, cual golosa magdalena proustiana, remueve un montón de recuerdos de mi propia infancia. [Quizás es precisamente esa una de las cosas más fascinantes de ser madre, esa posibilidad, tan deliciosa, tan mágica, de recuperar el propio pasado, la propia memoria de niño, a través de los ojos de tus hijos, en fin, que ahora entiendo las batallitas de abuelo cebolleta que se marcaban mis padres a veces...]




Vuelvo al regalo. No solo mola infinito que el "postino", que a estas alturas es amigo nuestro y nos cuenta siempre que una vez viajó a Segovia, nos traiga un paquete. No solo mola abrirlo. No solo molan la expectación y la prisas. Mola muchísimo más lo que hay dentro. Es un álbum de cromos de Peppa Pig, con una veintena de sobres para empezar la colección. Y en realidad da igual que aquí no haya forma de encontrar precisamente esos cromos... ya me lo ha dicho el estanquero, que Panini en cada país sigue el ritmo que le da la gana. Es lo de menos.

Porque yo que un poco tengo manía (bastante manía) a la cerdita sabionda, en la marea de imágenes mentales de mi primera colección completada, allá en los 80, ese álbum sobre la fauna del mundo, con esos cromos que aún necesitaban el tubo de cola accesorio para ser pegados en su sitio, con esas mariposas de colores imposibles y ese cromo (ese cromo) de una medusa celeste que brillaba inverosimil en unas profundidades tenebrosas, esa medusa maravillosa, hipnótica... esas tardes en Gordillo en compañía de mi abuelo (Gordillo, el cambiador de cromos de Blasco de Garay, jolín, Gordillo, con sus dedos rechochos, sus ojos siempre entrecerrados, su nariz enorme como de muñeco de nieve, su calvorota, su bata azul marino.. Gordillo con su bancone transparente que debaja ver el tesoro de infinitas colecciones, la promesa de poder poner el sello de completo a cualquier album existente de hoy, de ayer, de antes de ayer y de pasado mañana) yo, decía, me he quedado enamorada perdidamente de "Jugamos a los contrarios".

Ah, pues no, se llama "Juega con los opuestos". He aquí la Peppa que me ha reconciliado con ella y su estirpe gorrina

Y ahora espero, llena de anticipación (al estilo del zorro del Principito, igualito, vaya) la próxima llegada de sobres. Ya han llegado una vez, tres sobres de colores para A, M y Marty. Y se me ha puesto el corazón contento y saltarín, solo de verlos asomarse a la "casetta de la posta" que tenemos plantada (y con la puerta rota) en el jardín.

Y luego gozo que ni os cuento la vocecita preciosa de Marty que insiste "apri, apri, apri, mamá" y la cara de sabionda que se le pone a Mía cuando reconoce los números o me suelta, "uguale" (un "repe" de mis tiempos, y es que nos tocan un montón que ya tenemos) y cómo se le ilumina la cara a Andrés si en el sobre entra un cromo brilloso, de esos como en trip, el de Peppa "nerviosa" o el de la gata que parece que se ha chutado LSD o algo. Y luego la concentración de ambos mellis para pegar el cromo recto, dentro de su espacio, con sacada de lengua y todo si hace falta...

Y aunque eso de que queden rectos se nos da regulero y aunque ya hay dos páginas arregladas con papel celo porque en un arranque se nos ha ido de las manos la emoción,  y se han rasgado.. y aunque sé a Peppa delicada y a veces me pone un poco nerviosa que la rompan (esa medusa, esa medusa mía infantil me nubla la razón y me puede la penica de que me destrocen el regalo estupendo) el caso es que de momento resiste y estamos gozando que ni te cuento el primer album de cromos.

Total, que a ver si llegan pronto más "figurine" y seguimos pegando contrarios, aprendiendo palabritas y decorando con los repes las cajas de cartón que inundan nuestra casa (otro día os hablo de la manía chabolista de mi prole).

y gracias, mamá. que nos chifla el regalo.

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