Elogio de la madre añosa

Llevo varios días dándole vueltas -soy así, de darle vueltas a todo, de rumiar ideas hasta que se queden todas mordisqueadas y babosas- soy madre viejuna, madre añosa.

Mi suegra esgrime a menudo la apostilla de que "como ella tuvo a su primera hija a los 21..." (no sé si a modo de atenuante o de medalla) y recuerdo que yo tuve a bien emanciparme, irme de casa, alcanzar independencia económica y espacial, cuando mi madre tenía la edad que yo rebaño ahora, 37 (me fui a los 20, mi madre había cumplido 17 cuando nací yo).




[actualizo post en la carpeta de borradores ya cumplidos los 38... en fin... el tiempo vuela. Los 40 están a la vuelta de la esquina]

Total, que cuando A y M nacieron tenía 34 años. Recuerdo que iba a las revisiones del Gregorio Marañón pensando que iba a ser la abuela de la sala de espera. No era así. Pero yo, que siempre he tenido el complejo de "ser demasiado mayor" para mogollón de cosas (a los 24 renuncié a la minifalda como impropia de mi madurez, en un ataque de demencia, demencia senil, menos mal que NY vino a salvarme de esos delirios) me pensaba un poco anciana, un poco añosa... lejos de bríos juveniles.
Marti nació cuando tenía 36.
Tampoco entonces era la más carca de la sala de espera y eso que el GM está lleno de pacientes de etnia gitana, que procrean en post pubertad.

El caso es que cuando me duele infinito el brazo izquierdo, agarrotado de cargar con la querubina, o me quejo de achaques de espalda o pienso en lo que me pesan las noches de insomnio, y en lo requetecansada que llego a estar... me da por reflexionar si no tendría yo más energías con una decena de años menos (un lustro, si no) y luego, por hacer balance, pienso en las bondades de haber tenido a mis hijos a la edad que los he tenido. Porque además, ha venido así, a estas alturas tampoco es que pueda cambiarse nada, no es que pueda rejuvenecer o borrarle años al DNI.
Entre la maraña de cosas que cotidianamente hago mal, enuncio, con todo, cosas que creo que habría hecho aún peor con menos años:

1) Habría sido más dramática... ahora creo que estoy aprendiendo a no dar ninguna importancia a lo inimportante. No tomarme a pecho estupideces. Mira que el orgullo es algo que me cuesta sacudirme, pero con la edad voy domándolo poco a poco. Y soy humilde. Pasar por alto, menudear ante lo que no aporta, quitar hierro, estar por encima de tontunas creo que es un aprendizaje que me han dado las décadas en el DNI y que es útil en esto de la crianza, tan dado al drama a la que una se descuida.

2) Habría sido más tímida. Tímida a la hora de preguntar, de pedir, de preguntar quién me ayuda (con lo que cuesta pedir favores y a veces los hijos no dejan otra, con lo que escuece) y tímida a la hora de afirmarme, de defender mis opciones de crianza, de decir "hasta aquí te puedes meter y el resto no es asunto tuyo".  De más joven me hubiera, seguramente, dejado intimidar más. Y la maternidad no es país para intimidadas.

3) Habría hecho menos el tonto, precisamente por timidez. Habría sido más comedida en el absurdo, menos proclive a romper las barreras de lo normal, a cantar a voces la canción de Rapunzel por la calle para hacerles reir o pintarrajear media casa... habría sido una madre más formal, con menos manchas en la ropa, menos coladas en espera y un apartamento más ordenado.

4) Tal vez habría sido menos entusiasta... menos flipada por la suerte que tengo que esta familia me pase a mí. Quizas lo habría dado más por sentado todo. No lo sé. Quizás ahora tengo los ojos más abiertos a la fortuna.

5) Habría sido todavía más preocupona. Porque le gusta pensar a una que, con los años y las tesis, una se documenta con más eficacia y criba y entiende mejor

6) Quizás habría dado menos besos. Cuando con los años he aprendido que lo más sabio es no dejar ningún mimo, ningún abrazo, ninguna celebración, para después. Si es cosa de festejar, que sea ahora. Ninguna fiesta en el recuerdo sobra.Ningún gesto de afecto, sincero y feliz, está de más. Si me van a criticar de grandes, que sea por madre babas y abrazona, y no por haberme contenido de achucharles.

No se me ocurren más cosas en que haya ganado con los años. A lo mejor no he ganado nada y tiene razón mi suegra... a lo mejor mis hijos hubieran estado mejor con una madre más lozana.

En todo caso, como explicaba al principio, ha venido así, de manera que supongo que lo mejor es aplicarse el cuento de "make the most of it" y dejarse de pajas mentales.






Comentarios

Entradas populares