Hasta las tetas de la teta

Conseguí amamantar a mis mellis, A y M, siempre con la propina de bibe no fuera a ser que se me cayeran de percentil (que la liábamos), poco más de seis meses. Ni asesora de lactancia, ni litros de cerveza sin alcohol, ni gaitas... poco después de incorporarme al curro tras mi baja maternal (una baja de 4 meses y 20 días de m***), mientras iban menguando los bibes de leche materna que dejaba en la guarde, terminé por rendirme a la evidencia, dije hasta aquí hemos llegado y se acabo la teta. Sin dramas, la verdad.

Marti tiene 19 meses. Seguimos en ello.



Y no os voy a decir que esté loca contenta (honestamente nunca he vivido un momento de esos epifánicos u oxitocínicos a saco propio de Brelfie -jolín, qué miedo me dan- o de deidad maternal amamantante, la teta me ha parecido cómoda, me ha dolido, me ha sacado de apuros, a Marti le súper encanta, a mí según el día y basta de contar)
Pero hoy es que estoy menos contenta de lo habitual... ya que puede ser que esta madrugada, en pleno proceso de eclosión dental,  nos hayamos despertado 40 veces. La tónica de las últimas semanas....

Y me diréis... con razón... hija, pues si estás harta, desteta. Ni que fuera tan fácil. En diciembre hice un viaje relámpago (de jueves a lunes) con Mía, la mayor, a Madrid, a ver a los abuelos (es uno de mis post pendientes), y pensé que entonces diríamos adiós a la lactancia.

¡Ja!

No solo tuve que comprarme el sacaleches vintage más feo (y barato, 7 euros) que imaginar podáis (The Flower, se llamaba el anacronismo que me encontró en el fondo de su almacén un amable farmacéutico de Sanfer) Pero The Flower me salvó de una buena mastitis, porque aquello reventaba literalmente. Es que, además, al reencontrarme con mi chiquitina, y después de que me soltase un "teta" digno de una yonqui con el mono más voraz, me rendí, me ahuequé el abrigo me levanté jersey y suje, y la operación destete quedó abocada al fracaso.

A veces me pega tales bocaos que suelto un alarido enajenada y entonces pienso, "se acabó, no lo soporto". A veces le da por espachurrarme la teta libre, o toquetearme cual posesa y (soy una madre horrible) y es algo que me saca de quicio, y trato de evitar a toda costa... ese manoseo que de verdad no me gusta nada. Tuvo una temporada que le dio por rebanarme el ombligo y no veáis qué heridas me hacía...

 A veces me da coraje o me aburre tener que condicionar qué me pongo o qué no (tipo una vez que fuimos de boda con toda la family) por la dichosa teta. Siempre, esto siempre, me da verguenza sacarme el pechamen en público y me medio escondo porque, yo qué sé, me parece un momento íntimo y me da pudor no ya la teta sino la lorza que me rebosa de los pantalones y que sincceramente no quiero compartir con el gran público...

Pero no la desteto aún...

En parte para llevar la contraria a todo ese ejército de brasas supremos que me torran con el "¿pero todavía con teta? con lo grande que es..." (que qué leches les importa a ellos. Si es que la gente que ya en el embarazo era pesada, en la crianza es aún peor)

Pero sobre todo porque llega Marti y me pide "teta, dai, poquina...dai, tanta tanta"... Marti es de una locuacidad notable. Y me mira con su carita preciosa y añade, la muy pícara, a sus 19 meses "te quiero mucho, mamá" (tal cual, colegas)... ¿y quién es la guapa que le dice que no, si, ante tal declaración de amor, sería capaz de hacerle un tatuaje, si me lo pidiese, o un piercing, o comprarle una cría de elefante o darle 10 kilos de chocolate, o un spritz...

Además que el dar teta a veces me sirve (y esta es mi parte mezquina de multimadre exhausta) para decirle al amore... "dai, limpia tú el culo de X, que yo estoy con la teta". o "puedes ayudarme a vestirles" o "puedes evitar que se lance desde la cumbre del tobogán" o "les echas tú un ojito a los mellis durante la cena de amigos, no hagan el gamba, que yo me voy al teteo"... algún escaqueo de esos... no así fregar los platos, que de fregar los platos no me libra ni San Pancracio...

Total, que seguimos. No sé hasta cuándo... pero me da que con esos discursos que se marca la peque será hasta que ella quiera... Blanda que soy...

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