Eco, eco... eco

Empecemos con una confesión: soy ecomaníaca... económaca, ecofílica... como se diga. Tengo ecodependencia... Al principio del embarazo, que tuve que hacer mil ultrasonidos de estos (como los llaman en los USA) porque me toco un bonito hematoma retrocorial y reposo... pasaba una semana sin hacerme una eco y ya me daban treinta yuyus.

ecógrafo chino, para ilustrar el post. Su aparato no es de última generación, parece HAL

Esperé con fervor la de la semana 12, esa en que un médico con cara muy seria iba dictando siglas y números a la concienzuda enfermera. Todo con cara de gran concentración y seriedad imperturbable. ¡Diantres si había empollado! TN, traslucencia nucal, DBP, diámetro biparietal, HN, hueso nasal... pues miles de siglas se me escapaban y además, con dos renacuajos dentro, empezaba a liarme...

Mis hormonas enloquecidas de preñada psicópata me había hecho pasar la noche previa sin pegar ojo (insomnio, ¡viejo compañero!) y aquella enumeración de siglas y cifras y ceños fruncidos y frotamientos de barriga se me hacía interminable, una tortura casi... Se me empezaron a saltar las lágrimas (de loquero... qué nervios) y cuando, por fin el ginecólogo nos empezó a explicar que todo, todo, todo estaba bien, y el significado de cada sigla y su importancia (es un súpermédico mi ecógrafo) ya lloraba como una mandia ¡Mujer, si sólo te estoy dando buenas noticias! Pero yo no podía parar. Nos preguntó si queríamos saber el sexo. Así de hacha es, que acierta en primer trimestre. Y yo, moqueando solo pude responder que me daba igual. A mí marido dijo que a él no le daba igual, que por supuesto que quería. Así que ahí ya nos desvelaron que eran príncipe y princesa Garbanzo (el peque con 90% de probabilidad, la chavalina, más tímida, con 60%) De la emoción, cuando ya me adecentaba, en un arranque cogí el papelito ese que te dan para limpiarte la tripa, todo lleno de gelatina y me lo restregué por el rímel corrido. Un cuadro. Me daba la risa entre las lágrimas y los mocos... fue un momento súper bonito que recordaré siempre.

Y aunque ha sido mi eco más 'cagueta' no se me pasa la ansiedad en ninguna de ellas. Ni en la 15, ni en la 20, ni en la 22, ni en la 26, ni esta última que acabo de hacer hoy mismo, que anoche no veáis si me costó conciliar el sueño, pensando una y otra vez que, por favor, todo estuviera bien.

Y todo está bien. Todo está perfecto. Crecen un montón, cogen peso, se mueven felizmente y sus corazoncitos laten como locomotoras ¡Bravos, garbancitos lindos!

Ahora están los muy granujas los dos en podálica (cabeza en mis pulmones, culete en mi pelvis), sentados cual pequeños Budas, dándome pataditas por ahí abajo (ya los notaba yo, gamberretes) y con sus cabecitas juntas. Igual se están dando besos....

En las ecos de la SS no se entiende na de na, te dan fotos carentes por completo de poesía, tipo un fémur o una vista cenital de la cabecita en la que uno entiende que es una cabecita pero podría ser un pie o vete a saber qué. En la privada a mí me dan las caritas y te explican todo con mimo. Por eso voy a ir a mi super ecógrafo (el de la s12) la semana que viene. Y volveré a estar en vilo los días previos y a no dormir la víspera... y a alegrarme infinito cuando me digan que todo sigue viento en popa.

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