Un, dos, tres, cuatro... deporte durante el embarazo

No es que pueda yo hacer muchos alardes gimnásticos. Me lo han subrayado los médicos por activa y por pasiva. "Señora, llegamos a la semana 32 y se apunta a subir al Everest o correr una supermaraton, pero mientras, pocas tonterías". Así es el embarazo gemelar.

Sin embargo, con todo y con eso, mis doctores coinciden en que mantenerse dinámica -y no demasiado pesada (otro día os hablo de mi médico obseso y sus broncas)- es una buena idea.

Por eso, desde la semana 15, que me dieron el alta y que pararon mis odiosos manchados del primer trimestre, me propuse convertirme en una concienzuda Chicho Terremoto de la preñez. Bueno, no tanto, pero sí he probado algunos deportes que, debo reconocerlo, les encantan a garbancitos.

H&M ha diseñado el bañador más feo sobre la faz de la tierra y bajo las aguas del mar

1) ¡Al agua, patitos!

Yo nado como un perro. Eso de entrada. Y el bañador premamá que me he agenciado parece de Doña Rogelia de feo que es, pero la sensación de unos largos, a velocidad de tortuga milenaria, es maravillosa. Dentro del agua una pesa muchísimo menos y la silueta de ballenato se parece mucho más a la de una esbelta y esplendente sirena (dicen que antaño los marineros aturullados las confundían en sus periplos transoceánicos).

Uno de mis primeros impulsos deportivo-gestantes consistió en comprar un bono para la piscina municipal de mi barrio y hasta que me cerraron (del 16 de julio al 15 de agosto) iba dos o tres veces por semana en horario de abuelillos, que son, en general, de natural pacífico y respetuoso.

Me hacía mis 30-32 largos tranquilamente, tomaba el solecito en la terraza si me venía en gana y tan feliz. Alguna vez coincidí con las clases de natación de los peques y se me caía la baba. Ojalá que a los garbancitos les guste el agua. Tengo que informarme sobre opciones para matronatación.

2) Mente zen en cuerpo zen

Ya había practicado yoga antes y aunque no me veía con esta panza saludando al sol y haciendo acrobáticas asanas, sí asistí a una clase de prueba de yoga para embarazadas. Mola. Diez gordas respirando al unísono y cantando mantras es un espectáculo maravilloso. En serio. Pero me faltaba un poco de dinamismo (respirando y cantando me dio que no iba a controlar mucho el peso) y preferí explorar nuevos horizontes.

Para estas mozas meditadoras es importante enseñar panza

3) Contrae y relaja el ano

Es así, en mi clase de pilates le damos al Kegel que da gloria, hasta el punto de que en ninguna otra tesitura me he encontrado con un ratio de repetición por minuto más elevado de la palabra 'ano'. 'Ano' y 'Vagina' y 'Uretra' que son los tres agujeros que hay que desvivirse por relajar y contraer rítmicamente. (Por cierto, mi marido sostiene que el Dr Arnold Kegel puede haberse llevado toda la gloria pero que estos ejercicios -que en yóguico se llaman Ashvini Mudra, si afectan al ano, y Mula Bandha, si lo que extienden y distienden es el perineo- son más viejos que la tana y se los debemos a la filosofía Hindú).

Aparte de eso, para mí de una dificultad inverosímil (mis caras son un poema), nos dedicamos a estirar todo lo estirable, a mover piernas, brazos, pelvis, hombros, espalda... a conjurar calambres (vade retro) y a mantener briosas las articulaciones ... todo con unos ejercicios de verdad maravillosos que te dejan con el cuerpo que parece que te caben más bebés y todo (igual me extiendo con estos ejercicios otro día, en otro post).

Mi favorito es uno que consiste en extender una tira elástica en el suelo, sobre la esterilla, e ir enrollándola poco a poco con los dedos descalzos de un pie. Sí, señoras, mi clase de pilates es para virtuosas.

Yo voy a City Yoga Madrid (c/ Artistas. Metro Cuatro Caminos)

4) Camina, camina

Seré una carca y tendré ya espíritu de abuela, pero pasear es mi ejercicio predilecto, sobre todo si ya ha refrescado, si sorteamos las cuestas (a estas alturas las empinadas y también las que no lo son, mientras no vayan hacia abajo) y si estoy en buena compañía.
Si hay escaparates, y particularmente escaparates con cositas de bebé, aún mejor.
Intento pasear, al menos media hora, todos los días.

Y los fines de semana, con M* me lanzo y lo menos una hora u hora y media nos hacemos viernes, sábado y, de nuevo, domingo.

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