El affaire bañera. O esas cosas que pude hacer mejor...

Me hacía muchísima ilusión tener una bañerita de bebés. Ya sé, ya sé que mucha gente baña a sus peques en el lavabo, sin ningún problema, pero en nuestro minúsculo lavamanos de Ikea (el entrañable Lillangen de 40x40, el más chiquitito de todo el catálogo) no cabe ni un prematuro... seguro que nuestros gamusinos se hacían daño con el grifo o con la jabonera, que no hay margen de maniobra, que imposible, vaya...

A este bebé tan guapísimo lo he encontrado en internet.
No dejes de avisarme si es una img con derechos de autor o es tu hijo
Y lo de lavar a los bebés en la pila de cocina, como me sugería alguno, me parecía como muy de postguerra e innecesario.

También estaba la opción cubeta para meter en la ducha (nosotros no tenemos bañera, solo una ducha, aunque muy hermosa), o la cubeta con patas... que me parecía una bendición para la espalda...

Pero es que yo quería una bañerita, joé,  una de esas molonas con cambiador. Me hacía ilusión. Y con los precios que había visto en Carrefour, Alcampo o Babies 'R Us tampoco me parecía un capricho parangonable a un Rolex.

Así que estuve haciendo benchmarketing bañeril unos días o semanas. Incluso fuimos a un par de outlets de bebés en San Sebastián de los Reyes (Gugu Tata, se llamaba uno, nombre memorable donde los haya) y me miré y remiré todas las webs que me sugirió Google de ofertas para bebotes.

Y encontré en Carrefour, en el catálogo Vuelta al Cole de septiembre, justo la bañera que quería, una barata (creo que eran 65 euros) moderna, con cambiador, que cupiera en el hueco designado para ella en nuestro digamos reducido cuarto de baño. Icaro se llama: es súper requeteguay y tiene además a dos animalitos pintados en la cubierta, un oso pirata y un búho que guiña un ojo (me encantan los búhos, es una pasión que me contagió mi padre, que los coleccionaba cuando éramos peques).

Se parece mucho a esta pero la nuestra es toda blanquita

Había medido la distancia entre el lavabo y la mampara de la ducha (donde irá nuestra estupenda adquisición), la distancia del suelo al bidet -la bañera va sobre el bidet- de manera que fuera más pequeña que la del suelo a la bandeja en que, en la bañera de marras- se guardan todos los artilugios de baño. Había calculado el ángulo de apertura de la mampara... pero se me olvidó medir una cosa muy importante... pero mucho, mucho, mucho...

¡¡No medí mi panza!!

Así que aunque con la bañera montada mi marido puede deslizarse hasta la ducha con alguna apretura subsanable, servidora en modo Pavarotti no cabe, literalmente no cabe, en el hueco que deja la puerta entreabierta de la mampara. Vamos, que no hay tutía.

Así que la bañerita está montada, delante del armario de la entrada, junto al carrito gemelar y una caja de un ventilador que tendremos que desmontar y subir al altillo en breve, esperando que, tras el parto, aquí la mamá mimosa vuelva a tener un diámetro más razonable, y entonces sí entre a la ducha como debo.

¡Lo que se pudo reír mi marido -y yo- a costa del Affaire Bañera!




Comentarios

Entradas populares