Urgencias! El día que creía que había roto aguas... pero no

Ayer, miércoles, estuve en urgencias. Realmente yo sabía que no estaba de parto, pero me pasó algo raruno ante lo que me habían dicho que debía ir a la maternidad, así que para allá que fui.

En realidad, empezó el día anterior. Al levantarme -perdonad el grafismo e hiperrealismo- empecé a gotear. Gotear, gotear. Que parecía que me estaba meando, pero poquito, meandito (¿no sería pis? me dije a mí misma horrorizada. Pero tras proceder a un minucioso CSI lo descarté. No lo parecía. ¿Y además, quien mea ininterrumpidamente a gotitas tres horas? ¿qué clase de broma estaba protagonizando? ¿Pero entonces qué era?)

Yo siempre creí que si uno rompe aguas lo hace en plan peli, tipo catarata, con contundencia...

Pues resulta que no necesariamente. Puede haber una fisura o pequeña rotura de la bolsa y que el líquido salga poquito a poquito.

A urgencias se entra por el garaje, en la esquina con Maiquez
El martes por la tarde tenía cita justo cita con mi gine de Adeslas así que pensé que ya le preguntaba a él. Y él me dijo que muy mal hecho por no haber ido a urgencias. Bueno, ya no goteaba, en la eco el nivel de líquido parecía muy bien... pues nada, a otra cosa.

Pero es que ayer otra vez lo mismo. De nuevo por la mañana. Surrealista. Así que cogí la bolsa de papeles (la de los peques y mi mochila no, porque sabía íntimamente me no me dejaban ingresada) y en O'Donnell me planté.

Debo decir que no pudieron ser más rápidos y amables. Todo chicas. Como me veían atribulada por no estar segura de si era líquido amniótico u otra cosa, y por estar incordiándoles como una parda primeriza, me dijeron que hacía genial en ir, que era una cosa importante y me recogieron una muestra del líquido de marras, que resultó ser flujo vulgaris.

Además me pusieron en monitores. Una experiencia nueva y fascinante. Y me hicieron eco. Y eso fue lo mejor, no solo por ver a mis gamusinos, que ayer me parecía que se movían menos, sino porque la bebota se había girado por la noche, como un pequeño salmonete se había dado la vuelta y tenía la cabecita como corresponde, para abajo ¡no os imagináis el orgullo y alegría que pude sentir! ¡Qué felicidad!

Ahora solo falta que siga así, y que no le dé por más acrobacias ahora que ha aprendido a hacer volteretas.

Comentarios

Entradas populares