Nesting with husband. Mi marido versus mi síndrome del nido

No. No me vale la excusa de las hormonas. No puede servir para desacreditar cualquiera de mis excentricidades (o apetecencias, o preocupaciones) de esta recta final de embarazo. A veces si me pongo nerviosa no es por una mera e irrisoria cuestión hormonal... nada de eso... es más bien que algo -o más concretamente alguien- me da motivos bien justificados para ¿el cabreo? ¿la ira?

Pongamos por caso al "marío". Creo que M* y mi síndrome del nido (proceso fisiológico perfectamente documentado y habitual, no soy una rara avis ni una tarada por experimentarlo) M* y mi síndrome del nido se llevan mal. Muy mal.

Si no, no entiendo que me salte con las ocurrencias que me salta últimamente.


Os pongo un caso concreto. Nuestro salón es, probablemente, la parte más bonita y espaciosa de la casa.

Aún así tenemos tres espacios, la mesa de comedor de Ikea, el futón -genial para que duerman invitados, incomodísimo para sentarse con mi panza actual- (también de Ikea y forrado con una tela africana que compré en Dakar y de la que me estoy cansando un poco) frente a una especie de aparador vintage-provenzal monísimo (que encontramos en la basura) y la zona de trabajo/estudio.

Ambos curramos a menudo en casa (yo, la verdad, ahora más, tengo muchos encargos como freelance o como profe puedo avanzar mucha investigación o corrección aquí. A él le ha quitado el teletrabajo que antes podía disfrutar ocasionalmente). Compartimos una mesa blanca que fabricó él situada en perpendicular a la pared. En el suelo, en torres hay montones de libros, colaboro mucho con una editorial y he trabajado en secciones de cultura (al menos hay cinco torres en el salón, nada children-friendly en cuanto se empiecen a mover. Es relativamente urgente comprar más estanterías, aunque tendríais que oír algunas de las propuestas del mozo... zen, zen, zen). Total, que ahora mismo tenemos una, una Billy, que mi marido, siempre llevando la contraria, se empeñó en comprar en negra cuando yo odio los muebles negros porque acumulan todo el polvo y presioné y presioné para que fuera blanca. Luego M* dice que siempre se hace lo que yo quiero. ¡Ja!

En esta foto que nos hizo Noelia se ve cómo es.
Coincidiréis conmigo en que una estantería blanca hubiera sido cienmil veces más bonita
Da igual. Os planteo todo este este escenario para que veáis que, puestos a retocar la ordenación del salón hay cosas que podrían correr cierta prisa o más bien, deberían resolverse en un plazo medio.

Pues hace dos días llego a casa y mi marido dice que ha decidido que se va a poner a hacer de carpintero. Horror. Desazón. He aquí su proyecto inmediato: que va a partir la mesa en dos mitades ¿por qué?, reubicarla, retirar mi aparador provenzal estupendo y no sé cuántas movidas más. Pero sobre todo ¡¡¡carpinterías!! Serrín, destrozar mesa, polvo, destrucción.... días y días con la casa empantanada como cada vez que se ha embarcado en una de sus Aventuras de Gepetto. ¡¡¡¡a días, tal vez horas, del parto!!!! Justo antes de parir me tiene que salir con esas ¿¿está loco??

Este ejemplo ilustra cómo servidora no es una histérica altamente hormonada, no... porque no le grité ni nada... solo le expliqué que prefería con mucho que se abstuviera hasta que los niños tengan como 12 años...

Considerando que llevo desde agosto pidiéndole que monte las cunas o me ayude a hacerlo, diréis si no le echo paciencia....

Comentarios

  1. Jajjaajja me he reído mucho con esta entrada.
    Yo llevo con el síndrome del nido desde que estaba de 5 meses o así.Encima teníamos un local donde trabajaba yo y lo he tenido que dejar y re ubicar las mil estanterías y muebles que tenía alli por nuestra mini casa.
    La suerte es que tenemos una terraza inmensa y alli he puesto una caseta de jardín para usar de trastero.
    Pero casi me da un infarto cuando mi chico decidió montar en el mini cuarto del bebe un armario marrón oscuro que ocupaba toda la pared...¡¡¡horrror!!!
    Lo hemos pintado de blanco y tiene otra cara pero disgusto con lloros me costó jajaaj

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  2. Mamá pingüina, no me hables de armarios marrones (y menos aún wengué) que me tocas la fibra sensible... ya os contaré, ya...
    qué suerte la terraza!! a mí me encantaría... y si hasta puedes meter una caseta tiene q ser gigante!! qué chulada

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